Motoristas que estornudan en plena aceleración, personas que no pueden pasear entre los plataneros de la ciudad sin mascarilla, ataques de tos en el momento de abrir ventanas y ventilar la casa, picor en la nariz y lagrimeo... Son escenas habituales en primavera, sobre todo en entornos urbanos, donde la contaminación acentúa los efectos de las alergias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las enfermedades alérgicas son una de las patologías más frecuentes en todo el mundo, y actualmente afectan aproximadamente al 25% de la población. En España, las alergias son especialmente prevalentes: una de cada cuatro personas sufre algún tipo de trastorno alérgico. Los alergólogos tratan con mucha frecuencia casos de rinitis, asma y alergia a medicamentos. Además, se estima que una de cada dos personas nacidas en Europa va a desarrollar alguna alergia a lo largo de su vida.
Las alergias son causadas por una respuesta anormal del sistema inmunológico a sustancias inofensivas, como el polen, los ácaros del polvo, ciertos cosméticos, hongos, fragancias, medicamentos e incluso alimentos como la leche y los frutos secos. Los síntomas más comunes incluyen estornudos, goteo nasal, erupciones cutáneas, edemas y ataques de asma. En España, la rinitis alérgica afecta al 21% de la población, siendo una de las principales afecciones tratadas por los alergólogos, seguida del asma y la alergia a medicamentos.
Factores como la contaminación y el cambio climático han contribuido a aumentar las alergias en las últimas décadas, especialmente en los países desarrollados. De hecho, un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona revela que el 33% de los nuevos casos de asma infantil en Europa se deben a la contaminación atmosférica. Las enfermedades alérgicas son también comunes en la infancia, con un 4% de los niños que padecen dermatitis atópica y un 5% con alergia a los alimentos.
Aunque el tratamiento médico, como el uso de medicamentos o inyecciones, es una opción común para controlar los síntomas alérgicos, su prevención es una herramienta fundamental. Evitar el contacto con los alérgenos desencadenantes es la clave para mantener los síntomas bajo control. En este sentido, algunos consejos útiles para combatir las alergias son:
- Aislamiento. Durante los períodos de alta concentración de alérgenos en el aire, como el polen, es recomendable permanecer en lugares cerrados. Emplear mascarillas, limpiar los filtros del coche, lavarse las manos y la cara con frecuencia, tener precaución en días de tormenta o vientos fuertes, ventilar la casa durante poco tiempo –mejor al mediodía– y evitar tender la ropa en el exterior.
- Higiene. En caso de enfermedades alérgicas causadas por alérgenos internos, como los ácaros o animales, es importante mantener una higiene adecuada. Se debe limpiar el polvo regularmente, evitar la decoración que acumule polvo, cambiar con frecuencia la ropa de cama y las cortinas y utilizar aspiradoras con filtros HEPA.
- Prevención. Las personas con alergias alimentarias deben ser conscientes de lo que comen y beben. En caso de reacciones graves previas, se recomienda llevar una pulsera o collar de alerta médica para informar a los demás sobre la alergia alimentaria en caso de emergencia.
- Medicación. Los antihistamínicos son frecuentemente utilizados para aliviar los síntomas alérgicos, pero no curan la enfermedad en sí misma. La decisión de tomarlos según las necesidades o de forma continua depende del médico y de la persistencia de los síntomas alérgicos.
De todas formas, cabe recordar que cada persona es única y puede experimentar desencadenantes y síntomas alérgicos diferentes, por lo que es fundamental consultar a especialistas que puedan hacer el diagnóstico más preciso y un plan de tratamiento para gestionar adecuadamente alergias.
